Silver Economy: El futuro está en mirar a la gente con pasado
Por Juan Carlos Alcaide, sociólogo, especialista en Marketing y CEO de The Silver Economy Company. Autor de Silver Economy (LID Editorial, 2020).
El envejecimiento de la población mundial, progresivo e imparable, es un asunto que debe ponerse sobre la mesa y trabajarse desde todos los ámbitos de la sociedad y desde todos los sectores, ya sean público o privados. La ONU estima que, en 2050, habrá 2.000 millones de personas mayores. El 22% de los habitantes del planeta será mayor de 70 años para entonces.
Otro dato significativo proviene del análisis del gasto mundial de las personas mayores de 60 años, que se prevé que sea superior a 15 billones de euros en los próximos años. Además, la Unión Europea, en su informe sobre la Silver Economy, asegura que ésta contribuirá con más de 5,7 billones de euros a la economía de Europa en 2025 y que su contribución al PIB de la UE será entonces del 32% y que generará 88 millones de puestos de trabajo (un 38% del empleo).
Teniendo en cuenta estos datos, estamos ante grandes retos, pero también ante enormes oportunidades. Debemos entender la Silver Economy como la actividad económica específica orientada a atender las necesidades y motivaciones de las personas mayores, las necesidades de sus familias consecuencia de cuidar a/de los mayores, y la transformación de la oferta de las empresas para, con una oferta segmentada, adaptarse al cambio demográfico. Y, en este sentido, queda mucho por hacer.
Todos los sectores deben comenzar a tener en cuenta a los mayores como posible público objetivo. Es lo que llamo silverización de la economía o, lo que es lo mismo, proceso por el cual las empresas adaptan su oferta de productos y servicios a este tipo de público, que no es único y homogéneo. Pues el mercado sénior o silver es variado, en función de los grupos de edad, su renta, su estilo de vida, etc.
Los principales sectores donde auguro un futuro prometedor gracias a la gente con pasado son: el sector tecnológico, donde se producirá un avance significativo de las ya denominadas age tech o tecnologías que ayudan a combatir los posibles efectos del envejecimiento (domótica, Internet de las Cosas, etc); el sector sanitario y de los cuidados, en el que proliferarán soluciones como las terapias digitales, los servicios de atención domiciliaria y se producirá una evolución de los cuidados gerontológicos; el sector de la movilidad y de las ciudades, que se hará más sénior friendly; el sector de la moda y la estética, que también pondrá su foco (algunas marcas ya lo hacen) en un público más maduro; el sector de la banca y los seguros, que adaptará su oferta a una población que vivirá mejor y durante más años; y el sector del ocio y el deporte, que ofrecerá una oferta de productos y servicios enfocados al envejecimiento activo; el sector manufacturero, en el que el packaging y los envases usables para el público mayor serán clave; y el sector de la distribución, el que habrá un híbrido entre la venta presencial y el e-commerce, algo que irá adaptándose a la evolución de la brecha digital, que en los últimos años va decreciendo.
Nos enfrentamos a un futuro en el que la sociedad será mayor y exigente, pero en el que se presentan interesantes oportunidades de negocio que no sólo permitirán mejorar la vida de nuestros mayores, sino también ganar dinero. Gracias a las colaboraciones privada-privada y pública-privada y a las tecnologías, no tengo dudas de que será posible.